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viernes, 25 de agosto de 2023

ESTA ES LA CARATULA CLASSICA DEL MES 08/19/2023

 

Voz sublime
 de todos los tiempos
Adalberto Santiago es una de las voces más experimentadas de la salsa.
De adolescente, Alberto Santiago Berríos ("Adalberto") quería ser actor, pero las posibilidades de lograr un
espacio en la televisión puertorriqueña –recién inaugurada– eran remotas para un joven procedente del
barrio Las Monjas de Hato Rey, sin recursos y sin nadie que le ofreciera una primera oportunidad.
 El
talento, en cambio, le sobraba. Con tan sólo 16 años edad, su desempeño artístico refulgía en los
escenarios musicales, destacándose como guitarrista y cantante, poseedor de una voz sublime presta a
jugar con facilidad entre interpretaciones de tonos graves y agudos con el mismo agrado. También le
ayudaba su porte y figura: alto, espigado, rubio, simpático y parlanchín. Su pasión por el arte la heredó de
su padre, Justiniano Santiago, un trabajador agrícola del pueblo de Ciales que, según recuerda el
intérprete, solía deleitarse junto a sus amigos cantando temas parranderos y tocando el cuatro.
 "Mi padre y
sus amigos se reunían en la finca de mi casa a parrandear y hacer fiestas. Y esa inquietud por la música
me viene de estar mirando lo que hacían los mayores, aunque mi papá no quería que yo estuviera cerca de
la música pero mi mama… Ay, mi mamá me daba la guitarra… las madres de uno siempre", rememora. De
esa manera, Adalberto Santiago, quien nació en Ciales el 23 de abril de 1937, aprendió a dar los primeros
tonos en la guitarra, instrumento que más tarde lo llevaría a pasearse entre las agrupaciones locales de la
época. "Aprendí mirando. Me quedaba observando el diapasón de la guitarra cuando la tocaban y así


aprendí un porcentaje de lo que sé, de oído", dice. En la tierra de Juan Antonio Corretjer, el poeta nacional,
Adalberto vivió hasta los siete años, momento en que su familia se trasladó a residir al sector Las Monjas
de Hato Rey, justo en la calle 6, esquina avenida C. Allí, recuerda, se reunía con un amigo de la escuela
que tenía sus mismas inquietudes e improvisaban grupos musicales que luego lucían en las actividades
escolares, aunque le llamaba más la atención participar en obras de teatro. A sus 12 años de edad armó su
primer trío romántico para interpretar las canciones de Los Panchos y Johnny Rodríguez y su trío San
Juan. En este junte, que siempre se conoció por el nombre de sus integrantes y que no hizo más que

amenizar bodas y cantar serenatas, Adalberto hacía armonías de segunda y tercera voz, al tiempo que
tocaba la guitarra. Pero su inquietud por formar agrupaciones con sonido más portentoso lo llevó a integrar
Los Jóvenes del Merengue, recién cumplido sus 16 años de edad. En esta agrupación, que figuró como
cantante y guitarrista, permaneció por dos años, periodo en el que recibió su primer reconocimiento público
al ganar el premio musical que otorgaba Rafael Quiñones Vidal en su programa de televisión, "La tribuna
del arte". Eleva su arte en Nueva YorkDe su paso por la interpretación del merengue, Adalberto Santiago se
marchó a formar parte del grupo de Chuito Vélez y las Estrellas Boricuas, en 1955, vocalizando temas del

folclor nacional a tono con el estilo de Rafael Cortijo y su Combo. Con esa agrupación visitó Nueva York por
primera vez, en 1956, ganándose el aval del público puertorriqueño congregado en la gran ciudad, quizás
porque la representación del sonido del grupo evocaba la nostalgia de un país del que habían tenido que
partir, forzados por la crisis social que azotaba a la población nacional. De pronto, Nueva York se convirtió
en un espacio privilegiado que recibió con entusiasmo la propuesta artística del grupo de Chuíto Vélez, en
el que se destacó como vocalista Adalberto Santiago. "Para ese viaje me compré una guitarra (marca)

gretsch y, entonces, cuando la gente me vio bailar y cantar me identificó con el estilo de Elvis Presley, que
en esa época estaba en su apogeo, y me apodaron el Elvis puertorriqueño", dice. Para Adalberto, una de
las experiencias más significativas que derivó de ese viaje fue participar en el "Show Coca Cola" de Paquito
Cordero, en el teatro Puerto Rico, junto a figuras como Hilda Claudio, Tito Lara y Los Hispanos. A las pocas
semanas de su estancia en Nueva York regresó a Puerto Rico con la ilusión de lograr un espacio para
trabajar en la televisión, con la ambición de destacarse como actor y cantante. Sin embargo, la experiencia
en la Isla fue poco halagadora y comenzó a ver con lejanía la posibilidad de desarrollar sus sueños, hecho
que lo llevó a considerar una oferta para trabajar con Chuito Vélez en espectáculos de televisión y clubes

nocturnos en la Gran Manzana. "Siempre tuve la ansiedad de entrar a la televisión en Puerto Rico, pero el
que no tiene padrino, no se bautiza, y no tuve ese padrinazgo. Mis deseos estaban ahí (la televisión), en
carácter de cantante y actor, pero en realidad era muy difícil para una persona que no tiene la influencia de
un padrino, un manager. A lo mejor yo era un poco tímido, pero la verdad es que no habían oportunidades",
sostiene. De esa forma, en 1956, Adalberto Santiago optó por radicarse en Nueva York, donde desarrolló
una carrera musical espléndida que en poco tiempo lo colocó entre las figuras más destacadas de la
canción popular, en especial dentro del género salsero.